CABECERA

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domingo, 4 de marzo de 2012

Cambio climático, agua potable y alimentación.


   
El Amazonas está atravesando por uno de sus peores momentos. Por un lado, la sequía que sufre la Amazonía brasileña, la peor en 50 años, pone en riesgo la vida de la fauna y la flora, la más rica del planeta, y de los casi 200 mil habitantes que viven de los recursos naturales de aquella zona. Por otro lado, la deforestación de la selva amazónica registrada el año pasado fue casi la peor que se ha dado nunca, según el Gobierno brasileño, que aseguraba que en 2004 se han quemado más de 26 mil kilómetros cuadrados de selva, casi un 6% del total.

Como consecuencia de que las lluvias apenas han alcanzado un 40% de lo esperado, lo que supone uno los índices más bajos de los últimos cien años, se ha reducido en unos dos metros el nivel del principal brazo del Amazonas. Muchos riachuelos de la cuenca del Amazonas, donde se concentra el 20% del agua del mundo, se han secado casi por completo, lo que está originando la aparición de toneladas de peces muertos, barcos abandonados, paisajes desérticos y pastos que se han empezado a pudrir, lo que provocará que el agua no sea potable cuando aumente nuevamente. Asimismo, la sequía ha dejado a miles de comunidades aisladas en una región donde los ríos muchas veces son el único medio de transporte. Ante la gravedad de los acontecimientos, las autoridades del Estado de Amazonas han decretado el estado de calamidad pública.

                                       



Científicos, responsables políticos y profesionales han hecho un esbozo de sus prioridades sobre las necesidades de investigar en el futuro el impacto del cambio climático sobre el ciclo del agua, explicando cómo se pueden introducir los resultados de investigación en estos campos dentro del proceso de elaboración de políticas. En un seminario organizado por la Comisión Europea, los expertos debatieron también cómo la legislación relativa al agua puede aportar a los gestores del agua las herramientas para la adaptación al cambio climático. 

Los modelos del cambio climático sugieren que en el próximo siglo nuestro planeta se calentará entre 1,4 y 5,8 grados centígrados, dependiendo de los niveles de emisiones de gas de efecto invernadero. Los cambios del clima afectarán tanto a la calidad como a la cantidad de aguadisponible para los seres humanos y el medio ambiente. Los fenómenos climáticos extremos, como las inundaciones y las sequías, es probable que aumenten en intensidad y frecuencia. Se espera que el cambio climático afecte también a la calidad del agua de varias formas. Por lo tanto hay una necesidad clara de adaptarse.

A consecuencia del cambio climático para los agricultores será más difícil de prever y más variable el suministro de agua, y la sequía y las inundaciones serán más frecuentes. Sin embargo, estas repercusiones variarán enormemente de un lugar a otro. Los científicos prevén que las temperaturas elevadas beneficiarán la agricultura de las latitudes septentrionales, mientras que una gran parte de las regiones tropicales áridas y semiáridas afrontarán una disminución de las lluvias y los escurrimientos, tendencia ominosa para los países de esas regiones que más inseguridad alimentaria sufren.

La gestión del agua es fundamental para la estabilidad de la producción mundial de alimentos. Un acceso fiable al agua incrementa la producción agrícola, ofrece un suministro estable de numerosos productos agrícolas decisivos e ingresos más altos en las zonas rurales, donde viven tres cuartas partes de las personas que sufren hambre en el mundo. Sin una gestión sostenible del agua en las cuencas hidrográficas, los lagos y los acuíferos subterráneos asociados a ellos, la seguridad alimentaria local, regional y mundial corre riesgos.

 La sequía es la más frecuente causa natural específica de aguda escasez de alimentos en los países en desarrollo. Las inundaciones son otra causa importante de emergencias alimentarias. En la medida en que el cambio climático haga aumentar la variabilidad de la lluvia y la frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos, será un obstáculo para la seguridad alimentaria.                                                     




Fuente: Cambio climático.y FAO.



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